sábado, 8 de marzo de 2008

Reseña película: Te doy mis ojos

Por: María Helena Mejía Lozano

Esta película retoma el fenómeno de la violencia de género desde la complejidad en la que se desarrolla, dejando a un lado las visiones telenovelescas e introduciéndonos en los comportamientos de los personajes, tanto agresor como víctima.

A pesar de que este estilo de películas es de mi particular desagrado, debo resaltar, que el abordaje del maltrato desde el análisis de las razones del agresor es novedoso. Esta película analiza los motivos y la psicología este, dejando de lado el holliwoodezco e irreal prejuicio del “malo”, aquel que es así por naturaleza y que actúa de forma irracional siguiendo el estándar de su personaje.

Por otro lado nos deja abierta la observación de algo más real, de eso que muchas veces no comprendemos al ver como la mujer maltratada vuelve con aquel que la golpea o la humilla, pues en la caracterización de Antonio, encontramos una hombre lleno de miedos e inseguridades, que es conciente de su problema de agresividad al punto que entra a un tratamiento psicológico para superarlo.

Durante las terapias a las que Antonio asiste se ve como este grupo de hombres disculpan, minimizan y justifican sus actos y, de hecho, excusan sus actuaciones dentro de la “normalización” de las relaciones de poder y de maltrato hacia las mujeres. Desde su punto de vista evidentemente machista para este grupo de hombres, a pesar de su buena voluntad, se plantea muy difícil superar su agresividad conyugal dentro de una arraigada cultura patriarcal.

Antonio presenta frustración en su vida, y un sentimiento mayor que el amor que siente por Pilar, que es la posesión de ella. Ambos sentimientos generan la reacción explosiva contra ella y su hijo, que aunque luego le hacen arrepentirse, en el momento no puede controlarse, y aunque lo intenta, al final no lo logra.

Un punto clave también tiene que ver con las condiciones que posee la mujer para dejarse tratar así y no hacerse respetar y valer, pues no es solo que ame a su esposo y que espera que algún día cambie, sino la baja autoestima, la poca comunicación, es sentimiento de rechazo y de minimización de su situación, además del sino el aislamiento social, la vergüenza y sentimiento de que nadie la entienda.

Es decir, las condiciones que generan y mantienen el maltrato conyugal, no solo deben ser ubicadas en la cultura y en el género masculino, sino que la actitud de la mujer frente al su agresor, así como ciertas características de personalidad disparan y alimentan la relación disfuncional, y sus consecuencias de violencia.

El personaje de la mamá de Pilar muestra la normalización de las relaciones de poder de género, que frente a lo que le sucede a su hija, se hace la de la vista gorda quitándole importancia al problema y actuando como si fuera algo normal.

Un aspecto también interesante es que la violencia física no es la única forma de maltrato; ésta apenas aparece en la película directamente. Esto permite no perder de vista una amplia gama de formas de maltrato: el aislamiento, la desvalorización, la ridiculización, las amenazas, el chantaje, etc.

Finalmente es relevante darse cuenta de lo urgente de un re-conocimiento de valores masculinos que fortalezcan y/o construyan otros modelos de masculinidad alternativos al tradicional dominante. Y desde el punto de vista de la victima, la importancia de escuchar y acompañar sin caer en cuestionamientos ni juicios los cuales podrían agravar más la situación.