Se conoce al capitalismo como el sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados.
Por el fondo, se abandonó la estabilidad comunitaria adoptando un sistema de ciclos económicos con periodos de expansión (que venden los partidarios del discurso de Smith), pero seguidos por lógica económica por periodos de recesiones y depresiones que se caracterizan por la discriminación de la actividad productiva y el aumento del desempleo
Así cuando llegaron las primeras depresiones, los economistas clásicos que siguieron las ideas de Adam Smith no podían explicar estos altibajos de la actividad económica y consideraban fríamente que era el precio inevitable que había que pagar por el progreso que permitía el desarrollo capitalista. Sin tomar en cuenta que la hambruna carcomía a familias de desempleados o que la presión en el trabajo aumentaba durante esos periodos destruyendo la salud de la clase proletaria. No en vano, respondiendo a estos momentos difíciles en los que solo los pobres estaban expuestos a la hambruna y los empresarios a las bonanzas es que se crearon las luchas sindicales.
No obstante un discurso tan poderoso a nivel mundial como es el capitalismo no podría dejar vararse por una organización marginal que buscaba atentar contra el “modelo de todos”. Fue así como en Estados Unidos, empezaron a aparecer trusts grandes corporaciones de responsabilidad limitada que tenían un enorme poder financiero, pasando alianzas entre empresas, entre ramas de producción – fabricación – distribución, hasta controlar “monopolicamente” toda una industria.
Es así como se vió por primera vez al poder económico sobrepasando al poder político, pero en lugar de devolver al ser humano su sitio como centro del mundo se siguió optando por dar al mercado y al dinero el sitió central que los sucesores de Smith habían soñado. Entonces los Estados crearon leyes antitrusts, pero no consiguieron restablecer la competencia perfecta caracterizada por muchos pequeños productores con la que soñaba Adam Smith, solo se impidieron mas creaciones de grandes monopolios que limitaran el libre comercio. A pesar de estas dificultades iniciales, el capitalismo siguió creciendo y prosperando casi sin restricciones a lo largo del siglo XIX siendo el principal sistema socioeconómico mundial
Aquí, se nos hace creer que el sistema no tiene límites por su flexibilidad y que esto lo hace fiable. Pero, como se vislumbra ya desde hace años, la recesión y la depresión económica no pueden posponerse más y llegarán a pesar de los esfuerzos, lo cual combinado con un alza en los combustibles (causa de las crisis de los años setenta) y con una perdida de peso, sin precedentes, en la moneda de referencia podrían provocar un magno fenómeno de crisis del paradigma capitalista por su carácter universal. ¿Se podrían entonces sostener las teorías que aplican en tiempos de bonanza? ¿Se repetirán las frías explicaciones de los economistas como cuando hubieron las primeras depresiones económicas? Y por último, aunque casi todos se beneficien con el capitalismo, aunque sea con las migajas de los empresarios, ¿Quién sufrirá la indigencia cuando el sistema se tropiece o se caiga?
Por Carlos Gonzalez Palacios