domingo, 17 de febrero de 2008

Ejercicio sobre el discurso capitalista


Se conoce al capitalismo como el sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados.

Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno básicamente europeo (Inglaterra); fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse como un nuevo paradigma establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual triunfó un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto y concurrente al capitalista.

De existir un fundador del sistema capitalista este sería quizás Adam Smith, por lo cual se estima que la teoría nace en Inglaterra, país de origen de Smith. Así, sus ideas, conocidas cotidianamente por todos nosotros los occidentalizados, no sólo fueron un tratado sistemático de economía sino que además fueron un ataque frontal a la doctrina mercantilista, que hasta ese entonces dominaba. Al igual que los fisiócratas, Smith intentaba demostrar la existencia de un orden económico natural, que funcionaría con más eficacia cuanto menos interviniese el Estado. Sin embargo, a diferencia de aquéllos, Smith no pensaba que la industria no fuera productiva, o que el sector agrícola era el único capaz de crear un excedente económico; por el contrario, consideraba que la división del trabajo y la ampliación de los mercados abrían posibilidades ilimitadas para que la sociedad aumentara su riqueza y su bienestar mediante la producción especializada y el comercio entre las naciones. Así pues, Smith junto con la corriente fisiócrata ayudaron a extender las ideas de que los poderes económicos de los Estados debían ser reducidos para no mermar el orden natural de flujos e intercambios de la economía. Sin embargo fue Smith más que los fisiócratas, quien abrió el camino de la industrialización y de la aparición del capitalismo moderno en el siglo XIX con la promesa “de generar una enorme capacidad para crear riqueza y para mejorar el nivel de vida de casi toda la población”.

Pero, a pesar de este intento de progreso buscando la legitimación del individualismo y de la ambición económico-ganadora bajo el pretexto que la naturaleza de las relaciones humanas está unida al libre intercambio, con la expansión del capitalismo aparecieron las primeras fallas del sistema, por un lado desde la forma y por otro desde el fondo.

De este modo, por la forma se trató y en cierto modo se logró uniformizar a las gentes y los pueblos universalizando sus intercambios y sus modelos de referencia. Se violentaron de forma etnocentrista las costumbres eliminándolas y solo se conservaron aquellas que no fueran a contracorriente con el sistema capitalista.

Por el fondo, se abandonó la estabilidad comunitaria adoptando un sistema de ciclos económicos con periodos de expansión (que venden los partidarios del discurso de Smith), pero seguidos por lógica económica por periodos de recesiones y depresiones que se caracterizan por la discriminación de la actividad productiva y el aumento del desempleo

Así cuando llegaron las primeras depresiones, los economistas clásicos que siguieron las ideas de Adam Smith no podían explicar estos altibajos de la actividad económica y consideraban fríamente que era el precio inevitable que había que pagar por el progreso que permitía el desarrollo capitalista. Sin tomar en cuenta que la hambruna carcomía a familias de desempleados o que la presión en el trabajo aumentaba durante esos periodos destruyendo la salud de la clase proletaria. No en vano, respondiendo a estos momentos difíciles en los que solo los pobres estaban expuestos a la hambruna y los empresarios a las bonanzas es que se crearon las luchas sindicales.

No obstante un discurso tan poderoso a nivel mundial como es el capitalismo no podría dejar vararse por una organización marginal que buscaba atentar contra el “modelo de todos”. Fue así como en Estados Unidos, empezaron a aparecer trusts grandes corporaciones de responsabilidad limitada que tenían un enorme poder financiero, pasando alianzas entre empresas, entre ramas de producción – fabricación – distribución, hasta controlar “monopolicamente” toda una industria.

Es así como se vió por primera vez al poder económico sobrepasando al poder político, pero en lugar de devolver al ser humano su sitio como centro del mundo se siguió optando por dar al mercado y al dinero el sitió central que los sucesores de Smith habían soñado. Entonces los Estados crearon leyes antitrusts, pero no consiguieron restablecer la competencia perfecta caracterizada por muchos pequeños productores con la que soñaba Adam Smith, solo se impidieron mas creaciones de grandes monopolios que limitaran el libre comercio. A pesar de estas dificultades iniciales, el capitalismo siguió creciendo y prosperando casi sin restricciones a lo largo del siglo XIX siendo el principal sistema socioeconómico mundial

Según la teoría manejada en este siglo XXI por los economistas occidentales, “el principal objetivo de los países capitalistas consiste en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista, no sólo resulta razonable sino, también, asequible” Microsoft ® 2006. Microsoft Corporation.

Aquí, se nos hace creer que el sistema no tiene límites por su flexibilidad y que esto lo hace fiable. Pero, como se vislumbra ya desde hace años, la recesión y la depresión económica no pueden posponerse más y llegarán a pesar de los esfuerzos, lo cual combinado con un alza en los combustibles (causa de las crisis de los años setenta) y con una perdida de peso, sin precedentes, en la moneda de referencia podrían provocar un magno fenómeno de crisis del paradigma capitalista por su carácter universal. ¿Se podrían entonces sostener las teorías que aplican en tiempos de bonanza? ¿Se repetirán las frías explicaciones de los economistas como cuando hubieron las primeras depresiones económicas? Y por último, aunque casi todos se beneficien con el capitalismo, aunque sea con las migajas de los empresarios, ¿Quién sufrirá la indigencia cuando el sistema se tropiece o se caiga?

Por Carlos Gonzalez Palacios