domingo, 2 de marzo de 2008

Conversación en Guararí de Heredia

Conversación

Grupo poblacional: Migrantes ilegales nicaragüenses.
Lugar: Guararí, Heredía
Por: Ronald Gerardo Rivera Alfaro

En relación con un una preocupación personal acompañado de un acervo de conocimiento sobre el pragmatismo de Derechos Humanos como procesos de lucha social, se inicio un a finales del año 2007, una serie de talleres en la zona marginal de Guararí de Heredia, la cual establece un nexo más directo y transgresor con una población en situación de vulnerabilidad.

En el mes de octubre se desarrolló una actividad lúdica para educar en Derechos Humanos y Paz. En la etapa heurística o de indagación, se observa que las condiciones socioeconómicas, higiénicas de las personas ubicadas en esta zona son paupérrimas, iniciando el contacto con las personas con una indignación visible, base para iniciar con este proceso de construcción colectiva de conocimiento con fines prácticos.

En el desarrollo del taller se comentan varios casos de discriminación por género, etnia, condición económica y estatus académico, dentro de estas declaraciones se distingue la realizada por un señor de la tercera edad, cabello blanco, blanco con la piel queda por el sol, arrugada la frente y las mejillas colgantes, usó un pantalón de vestir café con camisa a cuadros, el miedo o la vergüenza rodeaban el lugar pero conforme avanzaba la actividad lúdica
[1] la confianza se apodera de mayoría y es justamente donde se extrae lo siguiente[2].

Abuso de poder:

El señor Carlos Cáliz levanta la mano y dice, “aquí en Guararí existen lugares de mucho peligro”, una de esas zonas es la que se encuentra camino a la escuela, existe un camino de tierra, sin postes de luz y lleno de monte a los costados, se ha convertido en el lugar idóneo para los asaltantes, “es bueno decir que aquí en Guararí la cuenca 1 es muy peligrosa, hay están todos los maleantes de aquí”, por lo que se ha convertido en un calvario para los chiquitos que van a la escuela y pasan por ahí, a eso de las 6 de la tarde es intransitable. El camino no es extenso pero es de tierra con piedrilla, sin luz, estrecho y el monte tiene alrededor de un metro de altura, por lo que a sido tomado por algunos jóvenes para ingerir drogas y otros para asaltar.

En vista de eso, “un día me lleve el machete, me brinque la cerca (de púas) y comencé a quitar el monte de la finca”, por lo menos para tener mejor vista si alguien grita o pasa algo. Pues al día siguiente “iba caminando por esa calle y el duelo de la finca me amenazó y me dijo que si volvía a poner un pie en su terreno me iba a llamar a la policía para que me llevaran preso”.

Eso es injusto, yo solo quería ayudar a los chiquitos que corren peligro cuando caminan por ahí en la noche, el dueño de la finca sabe que como somos pobres la policía viene aquí a ver que pesca.

En este sentido, la dialéctica entre 2 derechos, o la misma falacia garantista desmembrada ya hace algún tiempo con la frase, no creas tener derechos, evidencia una lógica de relaciones de poder discriminadora, aberrante e indignante, no solo por el hecho de la inoperancia del Estado y sus agentes, sino por la barrera impuesta por “los” mismos encargados de la seguridad de las personas, o en su sentido neo-nazi, de la ciudadanía.

El “Derecho” o Privilegio a la propiedad privada en contra o en lucha con el Derecho a la Seguridad, uno tipificado en el pacto de derechos civiles y políticos, el otro en el pacto de derechos económicos sociales y culturales, misma segregación del derechos que no tiene otro fin que el aseguramiento del capital focalizado a un solo sector, el rico, el pudiente, la ciudadanía burguesa – aristócrata – patriarcal – pop, en vista de su consideración a priori como indispensables para el Gobierno, para el país, además de su voto, financian campañas y crean trabajo (falacia ad ignorantium), contrapuesta a la gente que no vale, los pobres, a las más pobres entre los pobres, personas dispensables debido a que su vida es canjeable por un par de cajetas de galletas.

Una de dos, según el mandato del Estado costarricense, amparado por la ley, por la costumbre y por el mundo entero, o sale de la propiedad privada, sin importar cuantas violaciones, robos u homicidios sigan sucediendo o va para la cárcel, lugar donde se ejerce el poder más fríamente.

Aunque el hecho no está en irrumpir en el terreno, no existen Carlos Cáliz por todo el país, es la lucha social, el reclamo justo, es la justicia distributiva, la equidad, la dignidad la que se pone en juego y para empezar a enrumbar el camino hacia la positivo en su sentido axiológico, se puede exigir, el Estado fue creado con esa intención, no el Leviatán que conocemos hoy en día.


[1] La actividad lúdica fue la de “los pollitos”, ejercicio que permite jugar y aprehender los derechos, sobre la base se encuentran una serie derechos representados por pollitos, salud, ocio, paz, etc., cada persona juega con color de pollito (azul y verde) la separación se realiza con la intención de hacer llegar primero a la meta a los pollitos azules, truncándoles todas las vías de acceso a los pollitos verdes, eso con el fin de reflexionar sobre la estructura sobre la cual vivimos y debemos reivindicar.
[2] Su escogencia se debe no solo al desarrollo de los hechos, sino por la forma en como el señor Carlos Calix la narra.